lunes, 22 de septiembre de 2014

¿CÓMO NO VOLVER A COMETER LOS MISMOS ERRORES?

Lo que vivimos es reflejo de nuestro estado de conciencia.


Después de una separación amorosa, es normal que tengamos miedo a las nuevas relaciones, es lo que llamamos la etapa de duelo, aquella en la que empezamos a aceptar que una relación terminó, que la persona que amábamos ya no forma parte de nuestro mundo, que los sueños que tuvimos ya no serán realizados, y comenzamos a re acomodar el vacío que la pérdida nos deja.

Cuando ya estamos listas para volver a amar, a tener una relación de pareja, a veces el entusiasmo, el deseo de sentirnos deseadas, queridas puede jugarnos en contra, y tal vez hasta cometamos los mismos errores que en la relación anterior.

Para no cometer los errores sentimentales del pasado, nada mejor que andar despierta por la vida:

No busques andar con tus defensas a la mano, ni la desconfianza como valor preferido, escoge el arma del auto-conocimiento para empezar a comprender por qué lo que te sucedió te sucedió. Nada en la vida ocurre por azar, pero si no aprendemos de la lección, se volverá a repetir.


Tras una separación es importante preguntarnos ¿Qué fue lo que pasó en la relación'
Si tu relación fue un cúmulo de mentiras por parte de tu pareja, empieza a preguntarte ¿a quién le mientes? Tal vez no vayas por el mundo diciendo mentiras, pero en relación a ti, ¿cómo te tratas?

Lo que vives es reflejo de tu estado de conciencia, lo que ves es proyectado por ti. Muchas veces atraemos parejas abusivas, desordenadas e infieles, y eso no significa que lo seamos en ese plano, pero ¿podría ser que eres abusiva contigo misma?, ¿eres fiel a tus sueños?, ¿o sueles renunciar a tus ideas para agradar a los demás?

No escogemos a las parejas porque son guapas, altas, delgadas, morenas, o con sobrepeso, tenemos programas inconscientes que arrastramos de nuestro linaje familiar, y por fidelidad familiar repetimos historias.

Es importante entender, que los errores y los fracasos son parte de la vida humana, y que se es más grande y más valiente cuando se es capaz de asumir y reconocer un fracaso, que en este caso sería el separarse, que vivir eternamente en una relación que no nos hace feliz. Esto corre tanto para quien se está dando otra oportunidad, como para la nueva pareja.

Cada error y cada fracaso sentimental es parte de la vida, aprendámos de ellos.

Tras una separación es importante preguntarnos qué nos pasó en la relación, qué fue realmente lo que no pudimos tolerar, de modo de indagar en la participación que nosotros mismos tuvimos en la ruptura. La aclaración de esto nos permite aceptar el fracaso y nos abre la posibilidad de cambiar.

Para elaborar y superar el quiebre, también es fundamental dejar de culpar al otro, pues mientras nos concentramos en todas las cosas que no tolerábamos de esa persona, estamos evitando preguntarnos por qué elegimos a una pareja con tales características.

 En este sentido, es importante considerar  que los defectos del otro, muchas veces pueden tapar los nuestros, por lo que, al momento de tomar la decisión de con quién estar, puede ser más fácil inclinarnos por alguien cuyos defectos impedirán que aparezcan los nuestros, por lo que finalmente, pudimos haber, inconscientemente, elegido estar con alguien con quien realmente no nos llevábamos.

Por eso, es fundamental salirnos del papel de víctima, y reconocer el papel activo que tuvimos en la ruptura, así como también, qué nos llevó a esa elección de pareja, preguntándonos por ejemplo, qué queríamos mostrar, o bien, qué no queríamos mostrar.

Por último, cuando nos damos el permiso de sentir todo lo que un quiebre amoroso promueve (rabia, dolor, desamparo, vergüenza, etc.) y removemos en nuestro pasado para entender lo ocurrido, estamos preparando el camino para despedirnos de nuestra antigua pareja y para volver a tener una relación amorosa. Cuando el resentimiento y la rabia desaparecen, aparece la energía para volver a amar.

Si hemos elaborado el fracaso sufrido, será este mismo fracaso el que nos ayude a conseguir una relación amorosa gratificante, basada en el respeto y la comprensión, y no en el reproche y la insatisfacción.




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