Cuando un
paciente entra en tratamiento, toda la familia forma parte de ello; la familia
es el coterapeuta.
Investigaciones
demuestran que una persona con TCA ( Trastorno de Conducta Alimentaria) alcanza una mejoría exitosa, sí además de tener acceso a un buen tratamiento de
psicoterapia, cuenta también con un verdadero apoyo de su entorno (amigos,
familia, pareja). Y es que, es necesario que las personas que están alrededor
del paciente, la motiven y sean partícipes de la seguridad o confianza que ha
perdido, alentándola a mejorar, pero sobre todo, brindándole la oportunidad de
sentirse viva, resaltando sus cualidades y virtudes.
Por ejemplo si
una persona con TCA se está reincorporando a la sociedad, y hay un almuerzo
familiar, deberá poner límites a las cantidades que consuma a modo que cumpla
con el régimen alimenticio establecido, esto no le impide contactar con sus
amistades. También se debería crear un clima cálido en el momento de la comida
evitando discusiones o conflictos familiares.
Por ello, el
paciente necesita conocer que sus esfuerzos de alguna manera están
repercutiendo no solo en su salud física y mental, sino también en su entorno
inmediato y social, en su familia, en su círculo de amigos, en la universidad,
trabajo, etc. De esta manera, el apoyo social se vuelve parte fundamental no
solo de la intervención clínica, sino del seguimiento y la recuperación.
Ante
conductas inadecuadas que realiza la
persona con TCA, los familiares piden y se les debe brindar información,
orientación, para dar a conocer la importancia de sus acciones, sus habilidades
y recursos que se pone a práctica ante situaciones que se les presenten. Así
finalmente mejorar el funcionamiento familiar y ofrecer a la persona con TCA un
ambiente seguro.
La familia
juega un papel importante para favorecer la recuperación exitosa.
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